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Bodegas Roda, paisaje de la Rioja

Fue en 1987 cuando Mario Rotlllant y Carmen Daurella llegaron a La Rioja decididos a llevar adelante su sueño: fundar su propia bodega. Contaban con experiencia en el mundo del vino y con los contactos más importantes del sector. Contagiaron su entusiasmo a un equipo que se convertiría en los pilares del proyecto: Agustín Santolaya, que tomaría las riendas; Isidro Palacios, que asumiría el cuidado de los viñedos, y Carlos Díez, responsable de la enología y la bodega. Eligieron Haro, la cuna del Rioja, para empezar a trabajar. Se instalaron en el barrio de la Estación, en un balcón que se asoma a uno de los meandros del río Ebro, y construyeron una bodega incomparable, entre la tradición de los calados excavados profundamente en la roca y la tecnología más vanguardista. Encontrar las viñas adecuadas requirió largos meses de análisis, de estudiar diferentes suelos y su paisaje. 

Eligieron distintas zonas de viñedos con características comunes: cepas viejas enraizadas en tierras pobres y con gran vocación vitícola, capaces de dar, todas ellas y por separado, grandes vinos. El Ebro serpentea a los pies de los viñedos de RODA, los Montes Obarenes están al frente y, la Sierra de Cantabria, al saliente. Estos tres elementos naturales protagonizan el juego climático de la zona y ofrecen tres climas diferentes para los mismos viñedos: continental, atlántico y mediterráneo. Esta variedad, junto a las diferentes exposiciones de los cerros, se convierte en uno de los factores que determina el carácter de RODA. 

BODEGAS RODA