
Cuatro y Cinco:
una constelación en el Bierzo
En el noroeste de León, donde los ríos cruzan en silencio las laderas y las montañas dibujan horizontes suaves, se extiende el Bierzo, una tierra que respira historia, cepas viejas y un lenguaje propio entre las viñas. En su corazón late Cacabelos, un pueblo que guarda el alma de esta región: sencillo, profundo, luminoso. Allí, entre suaves brisas atlánticas y días de calma, nace Cuatro y Cinco, un vino blanco de Godello que habla bajito… pero deja huella.
Este vino no busca impresionar a gritos. Es una caricia. Una mirada cómplice. Un recuerdo que envuelve. Quizá porque nace de un lugar donde todo parece ir más despacio. Donde los nombres tienen historia, y las botellas también.
Cuatro y Cinco es un homenaje íntimo. A la familia. A esa red invisible que nos sostiene sin condiciones, como el cielo sostiene las estrellas.
“La nueva etiqueta de Cuatro y Cinco surge como un homenaje íntimo a la familia, ese faro que guía con constancia nuestro camino vital.
Inspirado en esta idea, su diseño se ancla en la metáfora de las estrellas y constelaciones, símbolos ancestrales que, durante siglos, orientaron a los marineros en sus largas travesías por el mar.
Un delicado firmamento visual se despliega en la etiqueta, compuesto por acuarelas de formas florales y tonos azul ultramar, donde cada elemento brilla con luz propia. Esta composición evoca la frescura y sutileza que distinguen a este vino blanco.
El resultado es una invitación a detenerse, a mirar con atención, como quien alza la vista al cielo buscando una señal, un rumbo o una historia que contar.”
— Dailos Pérez, autor de la etiqueta.
Y, de alguna manera, vuelves a casa.